Algo extraño me ha sucedido con mi querida Universidad Pontificia Bolivariana. Luego de un conflicto que sostengo el jefe de carrera de la Facultad de Publicidad, de la cual soy egresado, dejé de poder publicar en el grupo oficial de la Facultan en Facebook. El conflicto se originó debido a acciones contrarias a la convivencia vecinal y el bienestar de mi familia, y por las cuales cursan actualmente contra él, una denuncia en Fiscalía y otro par en la Inspección de Policía de El Retiro, una por ruido los domingos y festivos y otra por negarse a retirar dos árboles de su propiedad, que amenazaban con caer sobre nuestra vivienda y por la cual ya ha sido declarado infractor.

En lo que parece ser un acto de censura, en consonancia con el acoso jurídico que viví por parte del mismo personaje –buscando que borrara una publicación en mis redes en las que develaba, con pruebas, el hecho de intolerancia del que habíamos sido víctimas mi familia y yo–, curiosamente mis publicaciones, felicitando por el día del publicista, invitando a una conferencia o promocionando una entrevista del programa En Rojo y Negro de la propia Universidad Pontificia Bolivariana, eran borradas a los pocos minutos. Días después dejé de tener acceso al Grupo oficial de Facebook de la Facultad de Publicidad de la UPB y sus ofertas laborales.




Buscando una explicación razonable a lo que estaba sucediendo, me dirigí al decano de Ciencias Sociales enterándolo de la difícil situación. Su respuesta fue que no encontraba prueba de alguna censura y que posiblemente se debía a políticas de la plataforma digital con algunas cuentas. Dejando de lado la evidencia de que en los meses anteriores y posteriores al contacto, era claro que solo podía publicar la administradora del Grupo. Donde antes participaba activamente la comunidad de estudiantes y egresados de la Universidad Pontificia Bolivariana ahora nadie más lo hacía, y mi página de Facebook no presentaba ninguna restricción que explicara el impedimento. Posteriormente recuperé en acceso al grupo, pero no la posibilidad de publicar.

En días pasados, aproveché una reunión virtual a la que me citó la profesora de la Facultad y administradora del Grupo de Facebook para tratar de aclarar mi dudas, pero su respuesta fue que me dirigiera al área jurídica de la Universidad para obtener respuesta. Yo ya había tenido que hacerlo anteriormente para que respondiera a mis correos pidiéndole respetuosamente me explicara lo que sucedía. El que nada debe nada teme, decían los abuelos ¿Será necesario tutelar mi derecho fundamental a la información, participación y opinión en mi propia Universidad? Una pena que se tramiten las diferencias de esta manera y que representantes de la institución que nos formó durante años en valores como la honestidad, traten ahora a miembros de su comunidad como extraños, evadiendo su responsabilidad en asuntos tan delicados como un posible abuso de autoridad.
Posdata: En respuesta al segundo derecho de petición que envié a la Universidad el pasado 27 de mayo de 2025, la Universidad reconoce que se han bloqueado algunos de los miembros del grupo oficial de la Facultad pero no revela quienes. En mi caso la restricción no se explica por ninguno de los motivos que se enuncian como términos y condiciones del Grupo.

Yo que creí que la primera tutela me la pondría un político por mi trabajo de analista y periodista y no un vecino, y además decano, para tratar de intimidarme. Hoy el juzgado de La Ceja confirma el fallo a mi favor, considerando improcedente la acción. Gracias González Abogados. pic.twitter.com/75DPTzFrVK
— Carlos Andrés Naranjo Sierra 🍊 (@CarlosNaranjo) February 22, 2024
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